Los incendios forestales que estallaron en Canadá a principios de junio han esparcido su humo por gran parte de América del Norte y más allá. Nueva York estaba envuelta en humo y, en la noche del 9 de junio, la neblina naranja cruzó el Atlántico en la corriente en chorro y se extendió hasta Londres, Inglaterra. Mientras tanto, España e Italia se han visto afectadas por la sequía estacional y los canales de Venecia se han convertido en lodo y agua goteando.

El mismo día 9 de junio, el expresidente Trump fue acusado de 37 cargos y enfrentará al menos cuatro juicios. Si es declarado culpable, enfrenta hasta diez años de prisión por traición. También el 9 de junio, en el Reino Unido, país en huelga y en crisis económica, su clon más joven, el exprimer ministro caído en desgracia Johnson, dimitió del Parlamento de Londres antes de ser despedido por haber mentido, como habría sido. La palabra "corrupción" se usa tanto en Washington como en Londres. Ambos países enfrentan elecciones a fines del próximo año. ¿Es esta turbulencia común un signo de la "relación especial"? El humo de los incendios forestales en América del Norte es un símbolo de esto. El aire es irrespirable en más de un sentido.

Mientras tanto, hace dos semanas, Alemania, la potencia manufacturera y científica de la suicida UE, entró en recesión y los 20 países de la eurozona se unieron a ella. Se sancionaron a sí mismos, no a Rusia. La UE, encabezada por Estados Unidos, está totalmente dividida sobre la guerra en Ucrania y sobre temas como la inmigración ilegal. Su ala militar, la débil OTAN dirigida por Estados Unidos, también con sede en Bruselas, no está menos dividida, en particular por su expansión a Japón, pero también por el continuo envío de ayuda innecesaria a Ucrania. Incluso la OTAN ha negado la membresía de Kiev en la OTAN durante al menos el tiempo que dure la guerra con Rusia, si es que la propia OTAN dura tanto. Es en este contexto caótico que los tanques alemanes arden en las estepas de Ucrania…

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