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La Gran Transformación está destruyendo los cimientos de nuestras vidas

Red internacionalLa Gran Transformación está destruyendo los cimientos de nuestras vidas

Red Internacional - 26/2024/XNUMX

Y pretende transformar a los humanos en robots.

   

Inteligencia artificial (IA): difícilmente existe una palabra clave que surja con más frecuencia cuando se trata de visiones de una sociedad altamente tecnológica y progresista. No sólo debería simplificarnos la vida y liberarnos de ciertas tareas: los visionarios más audaces del desarrollo tecnológico en Silicon Valley, como Raymond Kurzweil y Elon Musk, incluso esperan que haga realidad el viejo sueño fáustico de ir más allá. Los límites del cuerpo humano.

Gracias a la tecnología, el hombre debería poder convertirse en superhombre y aumentar exponencialmente sus capacidades cognitivas, según Elon Musk, el jefe de Tesla, la plataforma X y también de Neuralink. Su chip “Neuralink”, implantado directamente en el cerebro humano (según las propias palabras de Musk, ya se está realizando un ensayo en humanos) debería ayudar inicialmente a tratar enfermedades cerebrales graves.

Y si hemos de creer al director de desarrollo técnico de Google (parte del gigante tecnológico estadounidense Alphabet), Raymond Kurzweil, el progreso técnico no sólo debería darnos la vida eterna, sino también, como parte de “la Internet de todas las cosas”, llevándonos a conocimientos insospechados como parte de un repentino despegue del progreso, lo que llamamos la singularidad.

Esta vanguardia del transhumanismo quiere alcanzar la vida eterna antes del fin del mundo transformando poco a poco al propio hombre en una máquina o subiendo su mente a una nube. Al mismo tiempo, cada vez más científicos como Geoffrey Hinton y filósofos como Alexander Duguine y Alain de Beonist advierten sobre los peligros de la IA, por lo que es hora de analizar las posibilidades y los peligros de la IA.

La gran transformación

Estas ideas encuentran un apoyo entusiasta no sólo en Estados Unidos, sino también entre las élites occidentales, que se han unido en torno al Foro Económico Mundial de Klaus Schwab. Como parte de su “Gran Reinicio”, proclamado a raíz de las medidas contra la COVID-19 en julio de 2020, las sociedades occidentales –y, dependiendo de su voluntad, el mundo entero– deben transformarse en la dirección del nuevo liberalismo 2.0, que algunos Los observadores llaman “socialismo multimillonario”.

Schwab y su coautor Thierry Malleret hablan abiertamente sobre la necesidad de captar la conciencia de la gente, porque esa es la única manera de impulsar un cambio social importante. Una transformación verde masiva de la economía, una reducción de la población y una dieta “respetuosa con el clima” con insectos en lugar de carne. “¡No poseerás nada y serás feliz!” es el lema burlón del pueblo de Davos. Aquí es precisamente donde entran en juego los últimos avances tecnológicos, entrelazados con estrategias de censura como la corrección política y la “cultura de la cancelación”.
El algoritmo, la clave para la dominación total de los globalistas

A los ojos de los transhumanistas, el hombre no tiene alma divina ni libre albedrío, sino que es sólo un conjunto de algoritmos (reglas de acción para resolver un problema o toda una clase de problemas) y, por lo tanto, no sólo puede entenderse como una computadora, pero también programado (es decir, manipulado). La corrección política asume entonces la función de tal algoritmo para limitar el pensamiento autónomo de las personas y transformarlas en máquinas que obedecen la voluntad de las elites liberales.
Cibernética: cómo las personas se convierten voluntariamente en esclavas de la tecnología

En la tradición de la cibernética, empresas como Google/Alphabet, pero también los gobiernos europeos, están interesadas en recopilar la mayor cantidad de datos posible sobre sus ciudadanos, no sólo para controlarlos mejor en el sentido de "transparencia humana" y así frenar los movimientos disidentes. de raíz, sino también para controlarlos mejor.

Empresas globalistas como Google/Alphabet – cuyo nombre se ha convertido en sinónimo de búsqueda en Internet – obtienen estos datos con una facilidad desconcertante y sin presiones: miles de millones de usuarios alimentan cada día el motor de búsqueda del grupo con sus datos, utilizan sus programas de correo electrónico, etc. que Google a su vez transforma en moneda fuerte, al igual que redes sociales como Facebook e Instagram, que a veces saben más sobre sus usuarios que estos últimos. El sacrificio voluntario de la privacidad y el anonimato convierte a los ciudadanos comunes en un blanco potencial para las corporaciones internacionales.

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