En juicio el 19 de septiembre, se fijará en su destino el 3 de octubre. Un caso que ilustra la complejidad que envuelve a los hábitats de luz.
Con sus paredes de paja de barro y formas redondeadas, la casa de Amalia y Harald parece la casa de un hobbit, sacada de una película. Enclavada en una antigua cantera, la casa da a un pequeño rincón del paraíso donde cabras, gansos, gallinas y perros conviven en libertad. Protegido de los animales por una valla, se dedica un espacio a la horticultura en permacultura. Tomates, calabazas y nueces: el cuento de hadas continúa en esta huerta, donde todo es abundancia y profusión. “¡Es la magia del compost hecho en baños secos! bromea Amalia, recogiendo tomates jugosos y de sabor dulce. Sin embargo, la aventura pronto podría detenerse.
El 19 de septiembre, Harald y Amalia fueron citados ante el juzgado de lo penal de Quimper: se les acusa de haber realizado arreglos en una zona no edificable sin autorización del ayuntamiento. Su casa corre el riesgo de ser destruida y su hermoso proyecto abandonado. Sin abogado, y sin preparación para el funcionamiento de la justicia, la pareja luchó por hacerse oír durante la audiencia: "Fue un fiasco total...", testifica Amalia por teléfono, con la voz todavía trémula en el fuera de juicio. ¿Como llegaron ahi? Para entender, hay que retroceder tres años.