La herencia de 700 años de producción sostenible de madera de Japón es un ejemplo de armonía con la naturaleza. Gracias a técnicas como el Daisugi, desarrollada en el siglo XIV, los japoneses preservan los bosques mientras extraen madera. Esta tradición garantiza un suministro continuo de madera de alta calidad, preservando los ecosistemas para las generaciones futuras y demostrando el compromiso de Japón con la gestión ambiental.

Daisugi, un antiguo método forestal japonés, apareció en el siglo XIV en Kitayama debido a la escasez de árboles jóvenes. La poda selectiva de cedros permitió obtener vigas estructurales rectas y sin nudos. Nacido por necesidad, este método ha evolucionado hasta convertirse en una práctica sostenible, que incorpora la tradición japonesa de innovación en la gestión de recursos durante más de siete siglos. En Daisugi, los cedros se plantan y podan de una manera particular para fomentar el crecimiento de una madera recta y sin nudos. Esta poda selectiva consiste en cortar manualmente los brotes cada dos años, dejando intactas sólo las ramas superiores.

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